20 de enero de 2016

Expat anniversaire

Es oficial. Hoy hace un año que nos mudamos a Bruselas.

Recuerdo que todos me decían que tenía que pasar un año con todos sus meses, sus estaciones, sus fiestas y sus aniversarios para poder empezar a hablar de adaptación.

Pues bien, ese año ya ha pasado. Hagamos balance.

La casa
Lejos quedan ya los recuerdos de tener una casa poseída por algún espíritu maligno que no quería dejarnos habitarla... zanjas en la puerta para conectar Internet, peleas con montadores de Ikea, la lavadora rota, el termostato de la caldera o el fontanero impresentable. Es cierto que logramos que pareciera un hogar en tiempo récord. En honor a la verdad seguimos teniendo los cuadros embalados detrás de las puertas. Ya si eso otro fin de semana...

El papeleo
Ya tenemos número de residencia belga, matrícula de coche belga, tarjeta de aparcar, cuenta bancaria belga, tarjeta del banco belga y, todo eso ¡en menos de un año!... ¡Wao!
En serio. Nos quejamos, pero el tema de los plazos y la burocracia en éste país a veces parece una tomadura de pelo. Avisados estáis.


El horario europeo
Una de las mejores cosas de habernos cambiado de país.
  • Desayunamos a las 8.
  • Comemos a las 13.
  • Cenamos a las 19:30 (y ya vamos tarde, que somos españoles).
  • Los peques se van la cama a las 20-20:15.
  • Los adultos a las 22:30 ya estamos con sensación de trasnochar.
Y te vas a dormir con la digestión hecha y duermes más horas.
Éste horario no sería posible de no ser porque encontramos una casa y un colegio a una distancia prudencial del trabajo, lo que nos libra de madrugones y de atascos.

El colegio
Como mis niños son pequeños se han adaptado a la primera al idioma en el colegio. Francés e inglés en el caso de la de 4 años y francés en la guardería del que tiene 2. A la guardería va unas horas desde los 18 meses y creo que ha sido una gran decisión (virus mediante) porque él tuviera sus compañeros de juegos, fuera escuchando francés para el curso que viene cuando empiece el colegio y yo tuviera unas horas para organizarme y estudiar.

Al margen de los idiomas, tanto el colegio y la guardería tienen estilos distintos a lo que estábamos acostumbrados en España. No hay reuniones de padres, nos cuesta más enterarnos de cómo progresa y se adapta y hay mucha menos "vida extraescolar" con los compañeros.

El francés
Si tuviera que volver a empezar a estudiar francés me apuntaría a un curso medianamente intensivo y en grupo. Tengo una profesora particular durante unas horas y, aunque es genial que te resuelva cada duda y te corrija cada palabra que pronuncio mal, son muy pocas horas de clase y cuesta sentir el progreso. Es obvio que sé más que hace un año (era complicado saber menos) pero pensaba que después de un año aquí tendría más soltura.

El clima
Pasadas las cuatro estaciones, lo único que puedo decir es que, viniendo de España, echo mucho de menos la luz. Puedo con la lluvia, con la nieve, con el frío, pero echo de menos la luz de España. No es cuestión de horas, en verano aquí hay más horas de luz que en España, aunque en invierno se note que hay menos. Es cuestión de intensidad...

Ya lo decía Alatriste...
"Cuando Dios, Nuestro Señor, creó Flandes lo alumbró con un sol negro, un sol hereje que ni calienta ni seca la lluvia que me moja los huesos para siempre"...



La ciudad
Poco a poco tenemos ya controlado dónde está todo, compras, parques, jardines, museos, distintos barrios, hemos hecho bastante turismo y tenemos ya controlado el transporte público...
A lo que no me acostumbraré es a la infinidad de barreras arquitectónicas que hacen imposible la vida si tienes algún problema de movilidad o vas con un carro de bebé. Por no hablar de sus obras interminables.
Tampoco sale en las guías turísticas lo tremendamente sucia que es ésta ciudad. No hay calle que no tenga trastos abandonados en alguna esquina o bolsas de basura sacadas a destiempo y abandonadas durante días a su suerte. Por no hablar del campo de minas. Realmente no sé qué falla. No sé si es que la gente es muy guarra y despreocupada o que el servicio de limpieza es precario, pero llama la atención a todos los que venimos de fuera.

La vida social
Será que aquí la gente vive más de puertas de casa para dentro o será el clima. O puede que sea que mucha gente sólo está aquí una temporada. El caso es que no resulta fácil establecer lazos sociales a ninguna edad.

Con los niños, en Madrid, sólo teníamos que bajar a la calle y ya encontrábamos más niños, amigos, vecinos, jugando en el parque. Teníamos una opción de ocio para ellos cerca de casa y gratis. Aquí hay muchas zonas verdes preciosas con sus patos, pero no tantos niños. Hay opciones de ocio, ludotecas, parques infantiles cubiertos... pero implican desplazarte y pagar una entrada, aunque sea simbólica. Así que no es tan fácil tener la vida extraescolar que os contaba antes. Y eso mis hijos lo echan de menos. Y yo también echo en falta a la tribu.

Pasamos muy buenos ratos, echando pan a los patos... y cuanto más pan echábamos, mejores ratos pasábamos...
Y con los adultos pasa un poco lo mismo. No importa si estás aquí en familia o solo. Sé de gente que está aquí soltera que se queja de lo mismo. Ellos en su tiempo libre se van a hacer viajes, se vuelven a sus ciudades de origen o reciben visitas de amigos o familia; pero el resto del tiempo, cuando no están en el trabajo, están solos... y luego nos extraña que triunfe Tinder.

Los que venimos con familia, sin tener a esa tribu que nos respalde, tenemos que ponernos las pilas rápidamente para no quedarnos atascados en casa. Hay que apuntarse a cualquier plan, el que sea. Y nos queda pendiente encontrar a una niñera.

Propósitos para el segundo año
Estudiar más francés y buscar más ocasiones para practicarlo. Apuntarme a clases en grupo.
Tratar de hacer más vida social, con y sin niños. Y sin patos.
Colgar los cuadros.
Ayudar a futuros nuevos expats en Bruselas a que su aterrizaje sea más suave.